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Foto del escritorAna Sainz-Pardo

Contemos cuentos!! Simbología de los cuentos y las historias tradicionales.

Actualizado: 18 may


Este fin de semana he escuchado un podcast sobre los cuentos y sus simbolismos que me ha encantado. Es de la Escóbula de la Brújula, e intervenía la filóloga y editora Ana Cristina Herreros (Ana Griott cuando cuenta cuentos).


He decidido escribir sobre él para interiorizarlo, y como resultado me ha quedado un artículo algo extenso, la verdad. Igualmente he querido compartirlo con vosotros.


En casa somos bastante lectores en general. Y a nuestro hijo, que ahora tiene 6 años, le leemos historias todos los días. Leemos un poco de todo (cuentos tradicionales, comics, historias mitológicas, etc.).


Unos de sus cuentos favoritos son las fábulas de Italo Calvino, que son historias tradicionales italianas. Crudas y apasionantes. Hablan de envidias, muerte, traición, separación, competición, defectos, tristeza, valores.

Historias contadas de unos a otros en la tradición de cada zona.


Y yo reconozco que a veces he dudado si hacíamos bien, por eso de que no le endulzábamos el cuento. Se lo leemos como es. Y él desde siempre ojiplático, entusiasmado…


Escuchando el podcast me he sentido liberada.


→ Lo primero que he aprendido es que las historias tradicionales no significa que hablen de las tradiciones culturales y sociales, sino que son narraciones habladas con sus formas particulares de transmitirse.


→ Los cuentos tradicionales, al hablar con el lenguaje de lo simbólico, son iguales en todo el mundo aunque impregnadas de cada persona que lo cuenta, con su calor y su aliento.


→ He entendido que el que se duerme escuchándote mientras cuentas una historia es que confía en ti.


→ Que los cuentos son para todos, adultos y niños. Juntos. Y que, a través de ellos, la infancia aprende a ser adulta. Porque la literatura infantil no existe, es un invento del mercado editorial.


Que la mujer tiene un papelazo importantísimo en todo esto!.

→ La transmisión oral de historias es ancestral, y es fundamentalmente femenina. Tiene que ver con lo oral, con la lengua materna. Aunque la historia solo tiene en cuenta la transmisión escrita, que es masculina y patriarcal.


La rueda se consideró inicialmente símbolo femenino (de la rueca, o de la alfarera) y así se refleja en los cuentos. Pero a partir de la influencia indoeuropea pasó a formar parte de los carros de guerra, haciéndonos una civilización guerrera de la que aún sufrimos las consecuencias.


→ La mayor parte de las lenguas de occidente provienen del indoeuropeo, y se basan en palabras que representan la oposición, como en una guerra. “Yo me opongo a ti”, “blanco se opone a negro”, “masculino a femenino”, o “vida a muerte”. Enfrentados. El lenguaje escrito ha sido fundamentalmente masculino.


Antes de estas historias escritas y de lenguajes opuestos, en la tradición oral, se basaban en palabras que contrastaban. Y esto es algo fundamental del lenguaje simbólico, con lo que se construyen y relatan los cuentos. Es decir, que no hay enfrentamiento entre los símbolos si no que forman parte de lo mismo. La madre y la madrastra son la misma. La bruja y el hada, son la misma. La vida necesita a la muerte y la muerte a la vida, así como el hombre necesita a la mujer y la mujer al hombre.


La importancia de contar cuentos de noche. Porque la noche es el momento de la madre, del cuidado, de los sueños, de la muerte, del fuego y las sombras. Es el momento donde todos nos igualamos, ante una madre, ante la muerte y ante la noche.


→ El día es el momento del trabajo, de las leyes, de lo patriarcal.


La importancia del fuego, como elemento de la transformación. Que permite que aparezcan las sombras y conforman los dibujos.

Tiene dos caras: Calienta y cuece lo crudo, dando origen a la cultura. Y lo cocido es reino de madres, femenino.

Por otro lado, el fuego moldea el metal y hace la espada que mata. Simbólicamente el fuego representa al narrador y permite que la palabra se convierta en relato. Los narradores de muchas culturas eran el herrero, el chatarrero, el hojalatero. Aquel nómada que cuenta historias de sus viajes y lugares lejanos. Las mujeres que las escuchaban se las transmitían a sus hijos.


→ El por qué nos sentamos en círculo y alrededor del fuego para escuchar historias. Porque da horizontalidad, elimina las distancias y diferencias, y permite mirar a los ojos. Círculo redondo e inamovible, símbolo de lo perfecto. Como se representa a las divinidades (círculo con un punto en el centro), como al sol.


La importancia de las verdades mágicas que transmiten las historias. Transmisoras de la concepción de lo misterioso, de realismo ilusionado para conocer el mundo.


La fascinación del camino del héroe, la figura del donante, del personaje que parte.

Puede ser hombre o mujer, aunque este personaje está connotado femeninamente, porque es pasivo, se detiene a nutrir y a cuidar, a ayudar. es compasivo. Y porque regresa al lugar del que ha partido.

La acción es algo traído del patriarcado, una creencia impuesta por la masculinidad. Porque lo perfecto es la quietud, no moverse. Dicen que lo perfecto es de forma redonda e inamovible.


Si el personaje parte es porque tiene un conflicto. Y solo lo podrá partir si se apoya en otros (no creían en la autoayuda), y solo encontrará al otro si se detiene a ayudar a alguien, a recoger un objeto, etc. En ese parar podrá observar, pensar, aprender, y será la herramienta mágica que le dará la posibilidad de encontrar al otro y resolver el conflicto. Entonces se produce una restitución de lo sufrido, se produce la justicia, y regresa al lugar de donde ha partido, a su quietud.

Regresará como rey, dueño soberano de su propia vida. Porque se encuentra con la princesa, con lo femenino y libre.


Las niñas que quieran ser princesas, serán feministas. Porque la princesa es el arquetipo de la mujer libre, que es capaz de elegir por sí misma, que son dueñas de sí mismas.


La importancia del bosque en los cuentos. Sombras, y claros, donde suceden las cosas. El lugar iniciático donde entra el personaje de una forma y sale cambiado. Como los niños abandonados en el bosque para que se hagan adultos. Ritos de iniciación reales. Donde se encuentran unos a otros y descubren que para vivir se necesitan.

El bosque es el lugar del secreto, es lo que entorpece al que persigue, es el lugar de iniciación, donde está aquello que da miedo, brujas, monstruos, animales, el de la muerte. Muerte de la que se sale, como de la tripa de un lobo. De ahí su importancia.


Curiosamente las niñas no somos abandonadas en el bosque, solo los niños mayores. (Hansel y Gretel la realidad eran dos niños). No hay rito de iniciación para las niñas.


He aprendido que, en los cuentos, los malos no son tan malos. Es alguien que te pone en camino para resolver el conflicto. Los monstruos en los cuentos nunca mueren, porque un poco somos nosotros mismos. Nos permiten descubrir que somos otro. Nos muestran algo nuestro a lo que vencer.


Que muchas veces se vence al malo, a los monstruos, con la risa, con el humor.


Que no dejar ser es una forma de devorar al otro, por eso las madres en los cuentos somos mucho de comernos a las niñas y a los niños.


Que los niños son seres tremendamente justos, y esa crueldad con la que se tildan ciertas historias es en verdad justicia. Porque es necesario la restitución del daño. Y se hace mediante castigos simbólicos. Como lo son los premios. Como en el juego.


El papel de la bruja, que en la actualidad está sufriendo un lavado de cara que la está desposeyendo de toda su carga simbólica. Como las princesas.

Las brujas están relacionadas con lo natural. Con las tormentas. Con la sabiduría.

Simbolizadas como viejas porque tienen esperanza y experiencia.

Son mujeres mayores, solas. Libres. Transgresoras. Que demuestran que se puede vivir sin un hombre. Vinculadas al demonio por este hecho.

Poseen una carga negativa heredada de la inquisición. Alimentada en la actualidad por el injusto binomio joven-bueno, viejo-feo.

Y como todas las personas, las hay buenas y malas.


El canibalismo es ritual. Simbólico. Las niñas y los niños adoran los cuentos donde hay seres que se comen niños, porque están en ese momento del desarrollo, el simbólico. Los adultos sin embargo somos más rectos, no vemos más allá, no percibimos el ritual de todo esto.


Muchos cuentos hablan de lo que implica hacerse mujer. Cuidado con los depredadores. Elegir mal un compañero puede ponerte en peligro. Como La Ratita Presumida, La Bella y La Bestia o Barba Azul.


Otros muchos cuentan la importancia de no idealizar al otro. No buscar la perfección, porque no existe. De quererlo como es, con sus cicatrices.


Cómo es el amor en los cuentos. En los cuentos tradicionales no hay beso. Lo que hay es la importancia de elegir bien. El amor tiene más que ver con ser compañeros, con el igual. La búsqueda de un modo acorde de encontrarse, de acompañarse y poder tener una vida plena y satisfactoria en común.


→ En los cuentos tradicionales el amor es compasivo, porque el otro es muy importante, reconocido como un igual. Significa sentir con el otro. Implica sensualidad, erotismo, convivencia, complicidad, cercanía.

Y sin embargo en el amor pasional, o en el romántico, el otro no existe, es el objeto del deseo, y lo anula como ser.


En el podcast se pueden escuchar cuentos maravillosos, e historias fascinantes de grupos humanos de nuestra tierra, que cantan y cuentan historias, en colectivo. Que para sobrevivir tienen que no olvidar quienes son, y los cuentos tradicionales les ayudan a ello.


Son nuestro patrimonio oral, nuestra esencia, nuestra identidad, nuestros valores, nuestra herencia, nuestro imaginario.

Son la grandeza de lo colectivo, el conocimiento de que el otro existe, porque es lo que da fuerza a lo unitario. Reconocer al otro como importante para nosotros y respetarlo.


Y fortalecen a capacidad de ese acto tan importante que es ESCUCHARNOS.


Ana Sainz-Pardo


Si quieres escuchar el podcast, haz clic aquí.


Foto: Tomáš Malík

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